Hay dos tipos, dos grandes tipos de
incidencias de la enfermedad mental en el rendimiento deportivo, las
crónicas y las agudas.
Las agudas no son exclusivas de
la enfermedad mental, como si de un añadido se tratara. Lo explicare
con un ejemplo. Una persona que no tiene enfermedad mental en
términos absolutos, ni diagnosticada, ni sin diagnosticar, este
último concepto de extrema importancia dentro del concepto de
enfermedades socio psiquiátricas. Son enfermos mentales todos los
que cumplirían los requisitos para un diagnóstico de enfermo
mental, y este hecho no cambia porque el diagnostico no se haya
hecho.
Volviendo con el ejemplo, la persona
que no tiene enfermedad mental en términos absolutos puede
experimentar un episodio de ansiedad. Este episodio es muy posible
que tenga una incidencia negativa en el rendimiento deportivo, pero
no por ello va a justificar una categoría de competición deportiva,
dado que ese episodio de ansiedad es transitorio. No hay ningún tipo
de adaptación competitiva para disminuciones transitorias de la
salud. En los inviernos no hay categorías de competición para
quienes tienen gripe.
Considero esta matización importante
porque dentro de la enfermedad mental hay capítulos que serían
transitorios, y que no merecerían más consideración que la
expuesta arriba. Quien ha tenido una gripe, o una crisis de ansiedad
el día de la competición, mala suerte. Estos episodios transitorios
solo cobran importancia desde el momento en que hay un episodio
crónico, permanente, que es independiente de los avatares propios de
la dinámica de salud de una persona, y que son los que justifican la
adaptación deportiva. Factores que en muchos casos pueden influir
negativamente que muchas carencias visuales.
También hay que tener muy en cuenta
que estos factores crónicos, se ven aumentados por los factores
agudos, como una crisis de ansiedad, pues están muy relacionados
unos con otros, ya que en gran medida los factores los agudos nacen
del problema crónico. En muchos casos la crisis de ansiedad, nace y
crece a la sombra de la enfermedad mental. Una nace por la otra, y
las dos se potencian.
Como ejemplos prácticos de factores
agudos dos.
1/ En 1994 corrí mi primer Ironman,
y me convertí en el primer asturiano en correrlo. Estaba para hacer
menos de 11 horas, menos de 12 seguro, pero hice casi 15 horas por
que corrí en estado depresivo. Unas semanas antes me puse malo, y
como no me devolvían el dinero de la inscripción decidí y a
correrlo para no perder ese dinero.
2/ En un triatlón medio Ironman
hice 10 min. más en la carrera a pie pues estaba de baja laboral por
ansiedad a causa del ultimo episodio de acoso laboral, me robaron las
gafas “mis compañeros”
http://historiasdeunpionero.blogspot.com.es/2010/09/fracaso-o-no-fracaso-he-ahi-el-dilema.html
Dentro de los factores crónicos
que inciden en la disminución del rendimiento deportivo están los
cambios orgánicos, cambios metabólicos y el doping inverso.
Hay deportes en
los que la capacidad del organismo para producir energía es
definitiva, y es muy importante en la mayoría de deportes. Por
cambios metabólicos, que yo no puedo explicar, (ESPACIO PARA EL
ESPECIALISTA), esta capacidad para producir energía, y por tanto de
rendimiento, se ve muy afectada. En deportes de carrera, donde hay
que llevar el peso corporal a la máxima velocidad de un sitio a
otro, esta disminución de la capacidad para producir energía es
determinante, y justifica una adecuación de las normativas de
competición para tener en cuenta al colectivo afectado. Justifica
esta adecuación porque es una alteración permanente.
El doping inverso es un gran
desconocido por la sociedad. Todo el mundo conoce la influencia de
determinadas sustancias químicas en el aumento del rendimiento
deportivo, pero muy pocas veces se habla de lo contrario. De las
sustancias que como efecto secundario producen una disminución del
rendimiento deportivo.